El miedo a fallar – Cómo gestionarlo en 3 pasos

Sentir un poco de miedo en determinados golpes o situaciones no tiene porque ser negativo e incluso puede jugar a nuestro favor si sabemos cómo. El miedo, como todas las emociones, sirve para algo, tiene su utilidad. Cuando aparece en pequeñas dosis, genera un estado de alerta general y de activación que facilita la concentración y que prepara nuestro cuerpo para la acción. Estas dos cosas son justo las que necesitamos para pegar buenos golpe en los momentos de presión.  

Las dificultades con la emoción de miedo comienzan cuando empezamos a asustarnos por sentir miedo, cuando empezamos a preocuparnos y a tener pensamientos negativos que nos anticipan todo lo malo que nos puede ocurrir en ese putt de metro y poco de izquierda a derecha, o en ese hoyo con un obstáculo de agua a la derecha. En ese momento será cuando estemos más pendientes y preocupados de no fallar el golpe, de dónde no queremos que vaya la bola, en vez de estar ocupados y centrados en el golpe que sí que queremos jugar. 

Lo importante para la gestión de estas situaciones es reconocer que la dosis de miedo que llevemos en el cuerpo en un momento determinado va a depender de nuestros pensamientos, de cómo interpretemos esa situación.  

Cuando los pensamientos negativos se apoderan de nuestra mente automáticamente también se apoderan de nuestro swing. 

¿Cuándo aparece?

El sentimiento de miedo a fallar un golpe o miedo a perder lo que uno tiene puede aparecer en casi cualquier circunstancia de la competición, todo va a depender de cómo interprete el jugador esa circunstancia o momento de la competición. En general, aparece cuando interpretamos que en esa situación tenemos poco que ganar y mucho que perder. Por ejemplo, cuando llevamos un buen resultado y se acercan los últimos hoyos con el objetivo de «no estropear la tarjeta«. También puede hacer acto de presencia en los hoyos difíciles porque son difíciles y «es normal que me tense y tenga miedo» o en los golpes fáciles porque «sería un desastre fallar este golpe tan fácil en este momento«.  Al final, detrás de todas estas situaciones están los pensamientos que el jugador genera ante la situación, los cuales van a determinar si se está afrontando correctamente la situación, con concentración y confianza, o por el contrario están provocando bloqueo mental y bloqueo en el swing. 

Síntomas de la mala gestión del miedo

Cuando el sentimiento de miedo supera esa pequeña dosis de la que hablábamos al principio y se instala en la mente es muy probable que aparezca un aumento de la tensión muscular sobre todo en la zona de los antebrazos, manos y hombros, aunque en esto puede haber bastantes diferencias individuales entre un jugador y otro. Otro síntoma que suele provocar el exceso de miedo es la indecisión, el no ver con claridad el golpe que se quiere jugar. Esto es normal dado que la mente con exceso de miedo está centrada y llena del fallo, del posible error, de la zona mala, en vez de ocupada por el buen golpe y la zona buena. Todo esto provoca que el jugador se sienta como encogido, agarrotado y con mucha dificultad para hacer un swing fluido y con determinación. 

Veamos en 3 pasos cómo enfrentarnos al miedo para que sea nuestro aliado en vez de nuestro enemigo. 

 1. Acepte el miedo. No se deje intimidar

Es el primer paso y el más importante. Acepte el sentimiento de miedo como algo normal e incluso positivo, es una reacción natural que ayuda a concentrarse y a mantener el cuerpo activo. Cuando aceptamos que se puede sentir miedo, tanto en el golf como en la vida, es mucho más fácil dejar de preocuparse por la situación, dejar de anticipar lo negativo y empezar a tener actitud resolutiva, empezar a buscar las mejores opciones para solventar esa situación. En el caso del golf, la mente además de ver la zona mala y las dificultades también va a tener la capacidad de analizar la situación y de generar una solución ante las dificultades.   

2. Decida dónde quiere enviar la bola

Como en cualquier otro golpe, lo primero que debemos hacer es ver y analizar la situación general en la que nos encontramos: cómo está colocada la bola, los obstáculos del hoyo, la posible influencia del viento y las distancias. Por tanto, sí que seremos conscientes de los peligros y de las dificultades del hoyo o del golpe, e incluso podremos hasta pensar dónde no queremos que termine la bola. Este pensamiento no es erróneo ni tiene ninguna consecuencia negativa siempre que no nos quedemos clavados en él. Ya sabemos dónde no queremos que termine la bola pero ahora lo importante es decidir donde sí queremos que termine la bola. Y en esta operación es en la que debemos ocupar nuestra mente: decidir el punto exacto por donde quiere que salga la bola, el tipo de golpe que crea mejor para solventar esa situación. Y este proceso mental se puede ver favorecido por esa pequeña dosis de miedo que le hará estar atento a las circunstancias del golpe. ¿No le ha pasado alguna vez que ha fallado un golpe fácil por exceso de confianza, y no prestarle la atención necesaria? Esto con una pequeña dosis de miedo no le puede ocurrir. 

3. Determinación y confianza

Una vez que ha encontrado la solución, y se ha comprometido con las decisiones que ha tomado, como el tipo de golpe, el palo o la estrategia es el momento de ejecutar el golpe. Como siempre decimos los psicólogos, el contar con una buena rutina pre-golpe es el arma fundamental. Recuerde que una rutina es algo que hacemos siempre igual y de forma automática. No debemos actuar diferente en los golpes fáciles o difíciles, en los primeros o últimos hoyos. Para esto nos sirve el entrenamiento de la rutina pre-golpe. Se trata de hacer y seguir el mismo proceso mental a la hora de ejecutar el golpe del hoyo 1 al hoyo 18.  Confíe en su rutina pre-golpe, confíe en su swing. Si su mente está llena del golpe que quiere jugar será que ha gestionado correctamente el miedo ante esa situación y le podrá pegar a la bola con determinación y compromiso. 

28709 San Sebastián de los Reyes, Madrid
Real Sociedad Hípica Española Club de Campo